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Beneficios de la actividad física en personas con patologías

Actividad física en personas con patologías

Practicar actividad física cuando se padecen ciertas patologías o enfermedades, es una de las mejores decisiones que se pueden tomar a la hora de mejorar la calidad de vida de la persona en cuestión.

Como sabemos, realizar un mínimo de actividad física a la semana es algo de casi obligado cumplimiento para mantener un estado de salud aceptable, y que además debe ir acompañado de otras buenas prácticas.

Sin embargo, cuando ya se padece algún tipo de patología o enfermedad, crónica o no, el hecho de realizar actividad física va a poder reducir los problemas que causan dichas patologías.

Es por ello que muchas personas que sufren osteoporosis, colesterol elevado, problemas circulatorios o asma recurren a los servicios de un entrenador personal, con el propósito de practicar actividad física y mejorar su calidad de vida.

Sin embargo, debemos saber que un entrenador personal deberá contar con los conocimientos necesarios para poder tratar con estos clientes desde el plano de la seguridad y el buen hacer.

Es por ello que va a resultar más que conveniente que conozca las pautas de actividad física y mejora de salud para distintas patologías y enfermedades, y así trabajar con total confianza y, además, poder ampliar sus competencias y su cartera de clientes.

Vamos a ver en este artículo los beneficios de la actividad física para las principales patologías y enfermedades que afectan a un número de personas considerable de nuestra población.

La actividad física en personas con patologías y enfermedades

Actualmente nos encontramos en una época en la cual la actividad física es algo cada vez más presente en la vida de muchas personas, desde el simple caminar, hasta deportes como el running, el ciclismo, el pádel o todo lo relacionado con el fitness.

Estos hábitos de vida saludable basados en el ejercicio físico no van a excluir a nadie, por lo que cualquier persona va a ser susceptible de querer empezar a hacer ejercicio, o de continuar con su actividad deportiva tras haber sufrido cualquier tipo de enfermedad o problema de salud.

Esto va a llevar a que personas que padezcan asma, diabetes, osteoporosis, enfermedades cardíacas y pulmonares, o la muy presente obesidad o sobrepeso, decidan empezar o seguir haciendo ejercicio para mejorar su estado de salud y su bienestar.

Esto es algo que puede ser decisión propia, o bien venir recomendado por parte de un médico como medida para reducir o minimizar síntomas o secuelas de estos problemas de salud.

A la hora de hacer ejercicio, estas personas van a requerir una atención personalizada por parte de un entrenador personal, ya que se deberá seguir unas pautas para que los entrenamientos puedan transcurrir con total seguridad.

Los beneficios de la actividad física en enfermedades y patologías

Puedes consultar más videos en nuestro canal de YouTube.

Los hallazgos positivos obtenidos en estudios relacionados con la actividad física y la salud, han permitido afinar las recomendaciones específicas sobre el entrenamiento de poblaciones especiales, y en especial en aquellas que padecen cualquier patología o problema (diabetes, hipertensión, asma…)

La actividad física es un excelente medio de prevención ante algunas enfermedades o problemas como la hipertensión, la diabetes o la obesidad, pero también es un buen medio para poder controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida de las personas que padecen estas enfermedades.

Un ejemplo claro es el de realizar actividad física desde pequeños, lo que ayuda a evitar el muy presente problema del sobrepeso y la obesidad.

El sobrepeso y la obesidad pueden ser la puerta a la aparición de diferentes problemas una vez llegados a la edad adulta, como la hipertensión, la diabetes de tipo II, problemas cardíacos, o problemas a nivel articular.

Por otra parte, es necesario recordar que la falta de actividad física es un factor que, a la larga, va a terminar generando problemas en cualquier persona, incluso aunque se encuentre completamente sana.

Por otra parte, y no menos importante, es el beneficio psicológico que ofrece la actividad física a las personas que padecen una enfermedad crónica o degenerativa. Numerosos estudios llevados a cabo en los últimos años, han analizado ciertos aspectos que relacionan la actividad física con el bienestar psicológico [1 2].

Algunos de estos beneficios a nivel psicológico son:

  • La reducción del estrés.
  • Los cambios en los estados emocionales y en los estados de ánimo.
  • Descensos en los niveles de ansiedad y depresión.
  • Incremento de la propia autoeficacia en una amplia variedad de poblaciones.

Actividad física e hipertensión arterial

Actividad física e hipertensión arterial

La hipertensión arterial (o tensión alta) es una patología muy presente en nuestra sociedad, y en muchas ocasiones está asociada a una mala alimentación, al abuso de ciertas sustancias, y a la falta de actividad física regular.

La hipertensión arterial es el principal factor de riesgo para desarrollar enfermedades de carácter cardiovascular. Podemos decir que una persona padece hipertensión arterial cuando:

  • La tensión arterial sistólica (TAS o “la alta”) es igual o mayor a 140 mmHg.
  • La tensión arterial diastólica (TAD o “la baja”) es mayor o igual a 90 mmHg.

Cerca del 15% de la población española padece hipertensión arterial, y es un problema que se asocia a la edad, ya que la hipertensión es más frecuente en personas mayores de 55 años, aunque esto no quiere decir que una persona joven esté exenta de este problema.

Además, se relaciona con otras patologías como la diabetes, el síndrome metabólico, la obesidad, la insuficiencia renal, la insuficiencia cerebrovascular y la hiperlipidemia.

En los casos de personas que padecen hipertensión arterial, la actividad física va a ser un componente importante para poder controlar este problema, y esta es una de las primeras recomendaciones que indicará un médico.

Un plan de entrenamiento con el objetivo de desarrollar la resistencia aeróbica, va a ayudar a reducir el riesgo de desarrollar hipertensión arterial, además de reducir la tensión en personas que ya son hipertensas [3].

Un estudio [4] comprobó el efecto de la actividad física en la hipertensión, sobre un grupo de hombres donde se obtuvieron resultados positivos.

El estudio consistió en someter a estas personas a 4 meses de actividad física en cicloergómetro, con una frecuencia de 3 días a la semana y 45 minutos por sesión, trabajando a una intensidad del 75% de la FCMáx. El resultado fue que la tensión arterial diastólica disminuyó considerablemente.

Actividad física y asma

Actividad física y asma

El asma es una enfermedad crónica que afecta a personas de cualquier edad, tanto a niños, jóvenes, como a adultos.

Esta enfermedad se debe a una inflamación crónica de las vías aéreas, asociada a la presencia de una hiper-respuesta bronquial que produce episodios recurrentes de sibilancias, disnea, opresión en el tórax y tos, con obstrucción al flujo de aire, siendo reversible de manera espontánea o con algún tratamiento.

El mecanismo que desencadena todo este proceso del asma se inicia con la inhalación de sustancias alergénicas, contaminantes presentes en el aire, o tras realizar ejercicio físico, dando lugar a lo que se conoce como broncoespasmo inducido por el ejercicio (BIE).

Aunque resulte paradójico y en contra de la temática de este artículo, la actividad física es una de las causas que van a desencadenar un episodio asmático o BIE en la mayoría de personas que padecen asma.

¿Cómo vamos a encajar, pues, la actividad física con la mejora del asma?

No contamos con datos que asocien la actividad física regular con la desaparición del BIE; sin embargo, sí que se ha comprobado que realizar ejercicio con regularidad hace que los broncoespasmos necesiten una mayor cantidad de ejercicio e intensidad para comenzar [5].

También debemos tener en cuenta que, conforme más entrenada esté una persona, menor requerimiento ventilatorio necesita para realizar un esfuerzo a una determinada intensidad, lo cual disminuye las probabilidades de padecer un BIE.

Por lo tanto, aunque el ejercicio no elimine el asma, sí que va a ayudar a que los problemas asociados al mismo se den con menor frecuencia al practicar el propio ejercicio conforme mejora la forma física.

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Actividad física y diabetes

Actividad física y diabetes

La diabetes (diabetes mellitus), es una patología crónica que se debe a un desorden en el metabolismo de la glucosa, lo que genera unos niveles en sangre anómalos para este elemento.

A la hora de hablar de diabetes nos podemos encontrar 3 tipos, siendo los dos primeros los más habituales:

  • Diabetes tipo 1: es consecuencia de la incapacidad del páncreas de generar insulina. Las personas que la padecen deben realizar un aporte de insulina externo para suplir esta carencia, y está asociada mayormente a factores genéticos manifestándose en la adolescencia.
  • Diabetes tipo 2: es el tipo de diabetes más frecuente dentro de las personas que padecen esta enfermedad. Aparece a cualquier edad, siendo más habitual a partir de los 40 años, siendo un factor de riesgo cuando se almacena grasa en la zona abdominal y visceral. La diabetes tipo 2 se debe a la pérdida de capacidad de los tejidos periféricos para responder a la insulina cuando esta llega a cargada de glucosa, y es lo que se conoce como resistencia a la insulina.
  • Diabetes gestacional: tipo de diabetes que aparece durante el embarazo, en especial en el segundo y tercer trimestre, y se debe a una resistencia a la insulina en los tejidos periféricos.

La actividad física para las personas diabéticas va a ser beneficiosa, tanto para las de tipo 1 como para las de tipo 2.

  • En diabéticos de tipo 1: el ejercicio físico regular aumenta la sensibilidad a la insulina, lo que permite que requieran menos cantidad de insulina antes de la ingesta de comidas [6]. En general, los diabéticos de tipo 1 que realizan ejercicio regular tienen mejor calidad de vida que aquellos que llevan un estilo de vida sedentario.
  • En diabéticos tipo 2: contamos con estudios que afirman que la práctica de ejercicio regular ayuda a retrasar o prevenir la aparición de este tipo de diabetes en personas con un elevado riesgo de desarrollarla [7]. El hecho de realizar ejercicio permite mejorar la sensibilidad a la insulina.

Actividad física y colesterol alto

Actividad física y colesterol alto

La hiperlipidemia, comúnmente llamada “colesterol alto”, es una concentración elevada de lípidos en la sangre o en los tejidos, y que se produce por trastornos metabólicos congénitos, endocrinos, por insuficiencia de determinados órganos, o por causas externas.

Es un problema que afecta a una parte importante de la población, ya que, en España, el 18% de las personas entre 35 y 65 años tiene niveles de colesterol elevado.

Cuando hablamos de colesterol, van a tener mucha importancia una serie de lipoproteínas que se van a encargar de transportarlo:

  • VLDL: lipoproteínas de muy baja densidad que se sintetizan en el hígado, y que son el primer mecanismo del transporte de TG endógenos.
  • LDL: lipoproteínas de baja densidad resultado del catabolismo de las VLDL. Son el principal transportador del colesterol. El llamado colesterol “malo”
  • HDL: lipoproteínas de alta densidad implicadas en el transporte de colesterol. El llamado colesterol “bueno”.

El papel positivo del ejercicio físico regular a la hora controlar los niveles de colesterol ha sido demostrado en numerosas ocasiones.

La actividad física provoca un descenso de los niveles de triglicéridos, además de disminuir el tamaño de las partículas de VLDL [8].

Algunos estudios [9] han comprobado como las concentraciones de colesterol HDL en personas que realizan actividad física de cierta intensidad son más elevadas, comparando con personas menos activas.

Por lo general, los estudios relacionados con el efecto que tiene el ejercicio sobre los niveles de colesterol LDL apuntan a que se produce una reducción poco significativa, que es más frecuente cuando se produce una pérdida de peso [10]

El entrenador personal en personas con patologías o enfermedades

El entrenador personal en personas con patologías o enfermedades

Además de las patologías que hemos visto en este artículo, un entrenador personal se va a encontrar con muchos otros clientes que van a poder presentar alguna de las siguientes particularidades:

  • Haber padecido un infarto.
  • Haber padecido un trasplante de corazón.
  • Tener osteoporosis.
  • Padecer enfermedad pulmonar obstructiva.
  • Padecer Parkinson.
  • Padecer osteoporosis.
  • Padecer enfermedad arterial periférica.
  • Haber padecido un ictus.
  • Padecer cualquier otro tipo de enfermedad crónica.

Es por ello que, para poder entrenar con total seguridad, un entrenador personal deberá conocer las pautas de entrenamiento de estas personas, además de saber descartar aquellas que presenten un riesgo elevado, la cuales deberán trabajar con un especialista en medicina deportiva.

 

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  1. De Abajo, S.; Márquez, S.; Rodríguez-Ordax, J. Sedentarismo y salud: efectos beneficiosos de la actividad física. Apunts: Ed. Fis. Dep. 2006.
  2. Serra, J. R. Factores que influencian la práctica de la actividad física en la población adolescente de la provincia de Huesca. [Tesis doctoral]. Universidad de Zaragoza, 2008.
  3. Pescatello LS et al. American College of Sports Medicine: position stand. Exercise and hypertension. Med Sci Sports Exerc. 2004.
  4. Kokkinos PF et al. Effects of regular exercise on blood presure and left ventricular hypertrophy in African-American men with severe hypertension.
  5. Milgrom H et al. Keeping children with exercise-induced asthma active. Pediatrics. 1999.
  6. Koivisto Va et al. Seven years of remission type 1 diabetic patients. Diabetes care. 1993.
  7. Leon AS, Sanchez OA. Response of blood lipids to exercise training alone or combined with dietary intervention. Med Sci Sports Exerc. 2001.
  8. Leon AS et al. Leisure time physical activity levels and risk of coronary heart disease and death. The multiple risk factor intervention trial. JAMA. 1987.
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